lunes, 15 de agosto de 2016

El Problema de la Educación Artística en Ecuador.

Esbozos...








La Constitución de la República del Ecuador 2008 gestada en tiempos convulsivos de la sociedad ecuatoriana que en dicho entonces yacía con férreo encierro en los procesos productivos neoliberales, es una Carta Magna que vio luces de entre la desesperación y el abatimiento de la quiebra nacional por sendos fraudes bancarios y la corrupción llevada al extremo del engaño colectivo y la destrucción de los valores sociales y educativos, nacida con la intención de lograr la humanización de los procesos económicos en síntesis, vio en la filosofía ancestral del Sumak Kausay o “Buen Vivir” la elocuente salida al caos y debacle social en el que se encontraba el Ecuador en todos sus ámbitos y entre ellos el educativo superior, que otrora fuera considerado de entre los mejores de Latinoamérica en ciertos campos del conocimiento, como hoy se los llama, de la medicina y la arquitectura, por ejemplo; y que para ese entonces estaba, la educación superior, más cerca del comercio y la estafa que de la consciencia del conocimiento, pues las universidades se habían convertido en antros del oportunismo y la barbarie neoliberal. Era entonces muy sencillo obtener una profesión, la que sea, con tan solo tener los medios económicos para tal efecto y sin un tiempo de educación respectivo sino con la rapidez de “soplar y hacer botellas”. El Buen Vivir vino a dar nuevas luces ante tamaña ensoñación empresarial material, abriendo con la nueva postura filosófica diferentes y variadas líneas de acción para el conocimiento. La Constitución ecuatoriana así lo vio y articuló las distintas disposiciones legales que se interesaban en paradigmas tales como “la sociedad la construimos todos”, “el ser humano por sobre el capital”, “la naturaleza tiene derechos”, “el desarrollo holístico del ser humano”, para lograr una sociedad que reflexionara y procediera equitativa, inclusiva e interculturalmente, entendiendo ya la educación no solo como la toma de información en distintos niveles, sino como la "condición indispensable" para el buen vivir; condición que ha venido siendo investigada, debatida y puesta en escena en las diferentes posturas cognoscitivas, no pudiendo quedar de lado el arte y su enseñanza, ya que es éste, el arte, es el catalizador de los niveles de comprensión de una sociedad en tanto tiene que ver con la estética, la propuesta y la denuncia de los modos de vida y manifestación humana particular y social. No existe otro medio como el arte como para poner en tela de juicio las razones sociales, la convivencia y la esencia de la consciencia humana. Lastimosamente la Constitución y sus articulados, como partieron de un acontecer económico, ha tornado su entendimiento hacia el ámbito productivo, hacia la permanencia del patrón cultural de trabajo y empeño empresarial, concepto que se escapa de la misma visión de “Buen Vivir” ya que entiende al ser humano como un "ente productivo" que es parte de un sistema, de una maquinaria de fabricación económica, social y en el peor de los casos, productor de conocimiento. Esta linea económica si bien aporta soluciones a uno de los principales problemas sociales, como es el factor dinero, aleja a la educación de su ser y esencia de lograr el despertar la consciencia para someterla a la lujuria empresarial y a los aportes que pueda tener ella, la educación, en el repositorio de información que la comunidad universitaria mundial hace del dizque conocimiento producido, accionar más cercano a una copiadora que a un árbol de la verdad. El arte tiene que enfrentar dichas posturas con la fuerza de quién despierta y se ve sometido por seres ajenos a su cordura. 


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño


#bojorque #educación #arte #arquitectura #cultura #ecuador

viernes, 12 de agosto de 2016

¡Producción artística o el loco sueño de una máquina…!

Erick Bojorque Pazmiño.





Una línea de conocimiento engendra varias posibilidades de entramados o metafóricamente hablando, varias posibilidades de pavimentos y revestimientos, sin que por ello el camino cambie su curso, su destino.


Cuando el Buen Vivir fue tomado como un elemento de cambio a ser caminado, las posibilidades de rumbos que marcarían tal decisión eran tan variados y extensos como caminantes puede haber en el mundo. La decisión del gobierno de la “Revolución Ciudadana” fue aquel de tipo económico y fue tal derrotero pavimentado con la visión política, social, cultural, educativa, acomodándose aquellos lastrados a sus ideales finales, la producción. La producción entonces enmarcó la economía solidaria, la sociedad intercultural, la educación indexada. El arte también se encuadró en ello y tomo así la característica de “producción artística”. Es en ello que, “resulta indispensable caracterizar brevemente el contexto de la sociedad del conocimiento, pues no hay educación que no esté situada en escenarios históricos y no responda —no en forma mecánica o fatalista— a modelos de desarrollo determinado” (1). Tal modelo es el modelo económico llamado así del socialismo del siglo XXI, que en nada difiere en esencia de modelos capitalistas, comunistas, neoliberales, cuyo fin ultérrimo es la producción, la secuencia de un proceso, de una línea constructiva del pensamiento, del conocimiento, del arte, aunando esfuerzos para que esa producción sea la panacea social de equidad y justicia. “En la Constitución de 1998 se establecía que los artistas y los intelectuales eran los actores culturales del país. En el 2008, con la nueva Constitución, se rompe esa visión elitista de cultura y se plantea una visión mucho más amplia, donde todos los ciudadanos son sujetos de derechos culturales” (2) La maquinaria puesta al servicio de las masas, aunque ellas no sepan como prenderla, manejarla, usarla. Encubierto el proceso, el arte ya no es de los artistas es del ciudadano común quién puede entonces encumbrase en su ignorancia como ente cultural. Sin el menor amparo se entrega el arte en manos de lo banal y de la simetría de la cultura actual o precedente, sin considerar que es la asimetría del pensamiento consciente el capaz de transformar el seno de la cultura de un pueblo o de mantenerla. Así como los vehículos de motor de combustión interna hicieron su aparición para ser vendidos en volúmenes increíbles de consumo, destruyendo costumbres pretéritas de cercanía, las masas generando arte y cultura serían la nueva combinación perfecta para el comercio de la enseñanza y de la práctica artística. Una utopía nada desagradable por los bolsillos universitarios pero bastante lamentable para las sociedades que buscan una identidad y salvaguarda de la que ya tienen. Basta con solo mirar lo que el mercado de arte ha hecho con los proyectos artísticos contemporáneos que se reproducen exactamente como cuando apareció la cámara fotográfica en el siglo XIX. Obviamente tal influencia económica enmascarada en el arte tendrá como fin ultérrimo una verdadera “burbuja artística” tanto económica como del conocimiento mismo de sí misma. Un ser puede auto conocerse cunado se enfrenta a sus peores defectos en estados de completa auto observación. Pero, ¿cómo podrá auto observarse el arte si su consciencia duerme ensoñada con la producción?. Así como el picante es delicioso por su acidez que produce adicción, la producción convence a todos de su supuesta necesidad, de que sin ella no existe avance, no existe sostén. Veamos como ejemplo el caso de la arquitectura que en tiempos pretéritos era el lienzo de los pintores, la roca de los escultores y la hoja de los poetas, era uno solo con las manifestaciones artísticas y eran en conjunto una maestría, el arte maestro, una obra maestra. Las catedrales góticas así lo atestiguan. Resulta que al aparecer la imprenta, las palabras dejaron de necesitarla, a la arquitectura, para plasmarse en el papel y tornarse en botella vacía del intelecto común. Desligada la poesía, la pintura también lo hizo desvinculándose de las castas sociales eclesiásticas como el caso de Bartolomé Murillo. El edificio ya no era necesario para expresar el bello arte. Quedo así la arquitectura huérfana de la maestría artística en el sentido de ser un elemento completo y único. Para la actualidad la Unesco (CINE) no categoriza a la arquitectura como arte sino como ámbito constructivo. Lástima. Lo mismo será con el arte si este queda huérfano de la filosofía, de la ciencia, de la mística, como caída orondo en la tenebrosas manos de la producción. Son entonces los pensadores universitarios los llamados a dar la voz de alerta sobre este cometido con nefastos fines, auto reflexionando y auto observando sus acciones y omisiones. “La universidad interepistémica privilegia una dirección: mirar, retomar y pensar desde los aportes transmodernos (por exteriorizados y exiliados por la modernidad), que no resultan tan ajenos ni extraños a la academia pues, a lo largo de su historia, se ha relacionado con ellos de diversas maneras” (3) rompiendo paradigmas y visiones utópicas de soñadores ambiciosos que buscan una excusa para someter a la humanidad doliente a través de enunciados y postulaciones que fungen de ortodoxos y reaccionarios, pero que tienen la dialéctica material incesante que se aleja a grandes pasos del Buen Vivir en esencia, del desarrollo personal holístico, siendo por el contrario esta postura holística la que converge en el despertar de la consciencia de los seres humanos. Una mirada a grandes rasgos delata entonces que los centros universitarios han perdido la capacidad de reflexión pues volver a mirar hacia adentro, indica a las claras que se dejó de hacerlo con las graves consecuencias que se mostraron antes de que la Constitución cambiara, cuando los centros de enseñanza superior eran simples centros de corrupción de la educación. Aún así la historia y a pesar de la nueva visión del Sumak kawsay, las universidades por haber tomado el camino productivo se mantuvieron en su sitial de lugar seguro poco consciente al enterrarse ahora en procesos de producción del conocimiento que empapela y somete a las aulas y a los catedráticos con informes, evidencias y con la no muy clara tarea de indexar artículos académicos cuya oferta se ha vuelto tan grande en el mundo entero, que ya se duda de la calidad de los aportes poco reflexionados con largas y grandes bibliografías que encubren la creación con la imitación y que van a llenar las arcas de gigantescos repositorios internacionales cuya ganancia astronómica para las universidades sedes de aquellos, cuenta y vale la pena como para seguir sometiendo al conocimiento con los sistemas productivos. El dinero lo es todo y su esencia es ser Dios para quién es esclavo de su propia necesidad. Existió entonces una digresión en la educación y este nuevo paradigma que “propone la recuperación del equilibrio en las relaciones del ser humano con la naturaleza y la búsqueda de sinergias en beneficio de la sociedad en todas sus diversidades” (4) fue encasillado y ahora no sabe como ser expuesto y la panacea volvió a ser enfermedad. Es ahí en donde nace la necesidad de contribuir al pensamiento y a la consciencia para que el arte no sea encasillado y sometido sino sea como siempre lo fue la esencia liberadora del pensamiento humano. Recuperar el equilibrio que la sociedad ha perdido será cosa poco alentadora si consideramos que la educación ha de enfrentar la maquinaria comercial, consumista en el que el planeta Tierra y la humanidad se encuentran, un equilibrio que debe nacer de cada ser humano, de cada persona, ya que aquellos planteamientos que expresan que la sociedad, la masa, cambia al individuo, fueron totalmente superadas en la segunda mitad del siglo pasado, quedando así la equivalencia contraria y opuesta que es el del desarrollo individual como gestora del cambio social. Llevadas así las cosas, también podemos decir que una universidad puede cambiar si cambian sus estudiantes, sus profesores, sus facultades. Cosa realmente revolucionaria en cuanto tiene que ver con la enseñanza, ya que esta no tendría porque ser global, ni tampoco ser masiva, sino ha de ser puntual y tener en sí la característica de despertar la creatividad, la libre iniciativa, la vocación en cada estudiante y en uno solo de ellos, desatando aquella identidad que la consciencia puede darle a un hombre a una mujer y por tanto a un conglomerado, una identidad que no se refleja en lo que se quiere, en lo que se tiene, sino en lo que se es. Muy por el contrario vemos como la confusión reina en los planteamientos universitarios que buscan “contribuir a la afirmación y fortalecimiento de la identidad nacional, las identidades diversas, la plurinacionalidad y la interculturalidad, a través de procesos de investigación, creación, producción y difusión artística en vinculación con la colectividad, con proyección internacional y énfasis en la relación Sur-Sur” (5). Universidades que no han superado la dialéctica materialista de los “procesos”, de la “producción” y de la “difusión” como si el conocimiento requiriera de un proceso en vez de ser la exaltación de algo que se toma cuando existe un observador atento; o si el arte tuviera la necesidad de ser creado, producido y difundido como si de una mercancía se tratara, cuando el arte es la sublime manifestación personal del conocimiento consciente una persona que ha dejado algo para ser. Son planteamientos que llaman la atención y que deberían poner en alerta a quienes les interesa que la educación sea alcanzada por el Buen Vivir cuya expresión política es la Constitución de la República que versa en sus distintos articulados las claves para poner en marcha tamaña misión de pertinencia. “Si partimos de la necesidad de que el principio de pertinencia se enmarque en nuevos horizontes epistemológicos, tenemos que articularlo con una respuesta organizada, contextualizada e integrada del conocimiento y los aprendizajes profesionales generados por las IES, a los problemas, dilemas y tensiones que presenta la realidad” (6). No podríamos entonces sino objetivar las leyes nacionales como la base de una propuesta para el arte y su enseñanza para una realidad que como hemos visto no es la producción sino la realización personal que va mucho, pero mucho mas allá de tener los bolsillos llenos como nos lo han querido mostrar.
“La educación se centrará en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico” (7)


Bibliografía.
1.-Luna Tamayo, Milton. “Educación y buen vivir. Reflexiones sobre su construcción”. Educaciónsinfronteras.org. Web.  12 agosto 2016.
2.-Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo. “El Buen Vivir auspicia los derechos culturales de los ecuatorianos”. Planificación.gob.ec. Web. 12 agosto 2016.
3.-Juncosa, José. “Buen Vivir, relacionalidad y disciplina desde el pensamiento de Lewis Gordon y Martin Nakata. Pistas epistémicas decoloniales para la educación superior”. Alteridad. Revista de Educación. Web. Enero-junio 2014. 12 agosto 2016. Pag. 32
4.-Universidad de las Artes del Ecuador. “Un proyecto de la revolución cultural”. Uartes.edu.ec. Web. 2013. 12 agosto 2016. Pag. 2
5.-Universidad de las Artes del Ecuador. “Un proyecto de la revolución cultural”. Uartes.edu.ec. Web. 2013. 12 agosto 2016. Pag. 6
6.- Larrea de Granados, Elizabeth. “Modelo de organización del conocimiento por dominios científicos, tecnológicos y humanísticos”. Consejo de Educación Superior. Web. 12 agosto 2016. Pag. 2
7.-“Constitución de la república del Ecuador”. Fielweb.com. Web. 2016. 12 agosto 2016. Pag. 5




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