jueves, 29 de septiembre de 2016

EL PROBLEMA DE VINCULAR EL SISTEMA DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN ECUADOR CON SU MATRIZ PRODUCTIVA: 2

VISIONES ESTRUCTURALES

El conocimiento y la producción.








El conocimiento lo asimilamos como un gran telar en el que se  hilvanan distintos hilos del mismo conocimiento, tan infinito como posibilidades existen de respirar o de pensar. Uno de los hilos de este telar del conocimiento es la economía del conocimiento en la que se integra la educación a la producción o la empresa mediante el empleo, la contratación por horas de trabajo y en cuyas necesidades el empleado ha de estar capacitado, habilitado, tecnificado y hasta condicionado para hacer de su trabajo un bien producido que genere ingresos y que posibilite el crecimiento según estándares ya conocidos en el mundo occidental del nivel de vida que tienen que ver con la felicidad del tener. Tener casa, auto, familia, electrodomésticos, muebles, pero también ciudades con servicios e infraestructura propicia, etc. Esta visión como es bien sabido históricamente ha llevado a los países industrializados a una carrera de ambición sin precedentes que ha contaminado el planeta y ha caotizado el bien común con las burbujas económicas. El fin último de ésta visión es el de dar placer y favorecer la comodidad humana. Veamos por ejemplo el ascenso de los dispositivos celulares. Vale la pena preguntarnos si es adecuado seguir estas directrices también en Ecuador. Ahora otro hilo de ese telar del conocimiento es la cooperación, un sistema social que también es económico muy conocido ancestralmente en Ecuador y que tiene que ver con la comunidad, la asociación y el bien común. Esta cooperación de una manera poco sistematizada se la ha realizado en la minga en la sierra y oriente, y en comunas en el litoral y costa ecuatorianos. La cooperación empleada como eje del Desarrollo de Buenas Prácticas educativas formaría un enlace de integración con la matriz productiva poco ortodoxa y a la vez con infinitas posibilidades de acción, todas enmarcadas por su misma concepción en el bien común, y por tanto dentro del Plan Nacional del Buen Vivir. El fin ultérrimo de la economía de la producción es el dinero. El fin ultérrimo de la cooperación es el bien común. Ya existen ejemplos de esto en el mundo tanto en las oficinas comunitarias, como en las empresas de oficinas compartidas, etc. La cooperación como elemento integrador de la educación y la producción ofrece alternativas que potencian al artesano, al profesional, al emprendedor y por ende a la economía nacional.

Por lo tanto una cosa es la producción y otra es la educación. Una es hacer para tener. La otra es consciencia. La una busca cumplir estándares de felicidad, la otra busca el despertar del ser humano. La industrialización y el consumo si bien están regados por el mundo, son simples puntos de vista de la vida, pero no son la vida en sí. La educación sirve para mejorar la economía pero no es ese su fin. La educación es holística en su esencia y la propuesta del gobierno actual es conseguirla pero mantiene los dejos de la economía del conocimiento. Por esta razón y entendiendo esto, el CES y el SENESCYT quieren establecer un certero elemento integrador entre la educación y la producción.


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño

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