martes, 1 de septiembre de 2015

LA INTEGRIDAD DEL ARQUITECTO


Por recomendación he llegado a saber de la película "El Manantial" que es la película sobre la que me expresaré por este medio y la película que recomendaré al final de la alocución con el enlace correspondiente.







Es esta una película americana estrenada en 1949, cuatro años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en plena reconstrucción de Europa, que muestra los avatares de un arquitecto con visón "moderna" que enfrenta sus diseños arquitectónicos al mundo neoyorkino embebido en las corrientes de pensamiento formal clásico, que materializaban edificios con la naciente tecnología del acero portante en inmensos rascacielos que daban a luz, además, nuevas disposiciones funcionales, nuevas formas de entender la distribución de los espacios, pero sometiendo tales innovaciones a la estética pasada, a la estética con la que se identificaban los "campos de poder".

Muy interesante la postura del arquitecto, que deduzco, traducía la necesidad de aquel entonces de gobiernos, colectivos, constructores, empresas, de abandonar el pasado suntuoso y opulente del mármol y el travertino, para desarrollar en los países afligidos por la destrucción de la guerra, sistemas constructivos rápidos, solventes y económicos. Muy importante destacar este cometido de la película pues el protagonista, como hombre inteligente, cauto, prudente, sólido y capaz de arrinconarse sin dejar su grandeza para someter incluso a la bella coprotagonista; ubica claramente las intenciones de los gobiernos que emprendieron la reconstrucción del mundo en aquella época, con el naciente "modernismo" como una filosofía así del mismo calibre inteligente, sólido y prudente capaz de erguirse como la salida inmobiliaria de la segunda mitad del siglo XX, como realmente la historia así lo ha visto suceder. Aunque encubierta esta apreciación que les comento, el director Vidor, busca también dirigir su discurso hacia el valor del profesional enfrentado a lo que Becker establece en su concepto de "redes", de ser único, fiel e íntegro pero sin grandeza social o ser un mero juguete del gusto ajeno y tener la grandeza de la moda, del dinero. Claro, su interés es aunarse con el observador para llevarlo a su tarima política, pero al hacerlo toca una fibra muy sensible de la profesión de arquitecto y en general de todo creativo innovador y entregado, cual es la de ser fiel consigo mismo, y ennoblece todavía más más discurso.

Muy importante también como el director Vidor, hace hincapié en los conocidos "campos" de poder y dominación llevados a tela de juicio por Pierre Bourdieu, como son entre muchos otros, los medios de comunicación y las oligarquías monetarias; campos que someten a sus miembros, a la sociedad en la que se cristalizan a través de normas, patrones de vida y de comportamiento, cuya vigencia y sostén son la misma comunidad que los mantiene. Pone, entonces, Vidor, en evidencia tales campos y los denuncia como quién denuncia la plaga que contamina lo nuevo, el pensamiento racional, para así, lo estimo, socavar los cimientos de dichos dispositivos de poder para lograr que la naciente arquitectura sea tomada en cuenta y aceptada dentro de sus preceptos, los preceptos del campo mismo, del dispositivo de poder mismo.

La trama está llena de muy buenos diálogos, actuaciones y cuadros que someten al observador en irrefrenable secuencia de emociones.


FICHA TECNICA

Título original: The Fountainhead
Año: 1949
Duración: 114 min.
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Guión: Ayn Rand (Novela: Ayn Rand)
Música: Max Steiner
Fotografía: Robert Burks (B&W)
Reparto:Gary Cooper, Patricia Neal, Raymond Massey, Kent Smith, Robert Douglas, Henry Hull, Ray Collins, Moroni Olsen, Jerome Cowan
Productora: Warner Bros. Pictures
Género:Drama | Drama romántico. Periodismo. Arquitectura




Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño




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