PARTE 1:
ESTUDIO DEL DISCURSO TEORICO: BOURDIEU-BECKER-HELGUERA.
Posicionamiento
teórico en el Arte.
1.-UBICAR EL ÁMBITO DEL MUNDO TEORICO QUE CORRESPONDA.
a.-¿QUIÉN “HABLA”?
BOURDIEU: Nacido
en Denguin, Francia el 1 de agosto de 1930 y muerto en París, Francia el 23 de
enero de 2002, Pierre-Félix Bourdieu fue uno de los más destacados representantes
de la sociología contemporánea, catedrático partícipe del estructuralismo
genético, constructivismo y de la teoría crítica sobre la reproducción de las
jerarquías sociales. Al final de su vida se convirtió en uno de los principales actores de la vida
intelectual francesa.
BECKER:
Sociólogo, nacido en Chicago, Illinois, EEUU, el 18 de abril de 1928. Ha
desarrollado trabajos sobre la desviación, la educación, las profesiones y el
arte. Catedrático universitario en Northwestern University (1965-1991);
en la Universidad de Washington (1991-1999); en la Universidad de
California Santa Bárbara (1999-retiro). Músico de jazz.
HELGUERA: Pablo
Helguera, artista y curador americano, nace en la ciudad de México el 25 de
abril de 1971. Sus conceptos se relacionan con la práctica social del arte.
b.-¿DÓNDE
“HABLA”?
BOURDIEU: Pierre
Bourdieu nos habla a través del numeral “La lógica de los campos” del capítulo
“El propósito de la sociología reflexiva” del libro “Una invitación a la
sociología reflexiva” realizado en conjunto con Loïc Wacquant en el año 2005; desde la óptica de la sociología de un hombre
que se educó en la segunda posguerra mundial bajo la marcialidad del ejército
durante sus primeros treinta años. Por su nacimiento en un pequeño poblado al
límite sur-occidental de Francia, siempre sintió su falta de pertenencia al
sistema jerárquico establecido. Su insistencia a no formar parte de la
institucionalidad y a sopesar la formalidad, lo llevaron a cometer faltas
disciplinarias que encausaron su vida por Argelia y desde ahí hacia la
sociología, profesión en la que desarrolló sus teorías sobre los “campos” como
subespacios sociales y “habitus” como estrategias de adaptación.
BECKER: Howard
Becker nos habla desde la academia en donde se ha desarrollado toda la vida productiva
como catedrático, paralelamente con su vida de músico que inevitablemente ha
legado consciencia en su formación; a través del numeral “Mundos de arte y
actividad colectiva” del libro “Los mundos del arte: Sociología del trabajo
artístico” del año 2008. Nos habla como
un investigador que a partir de estudiar
y analizar a los músicos de jazz y al consumo de drogas, influyó en la
sociología de la desviación con la teoría del etiquetamiento de unas clases
sociales sobre otras.
HELGUERA: Pablo
Helguera nos habla desde la perspectiva de la vivencia profesional dentro de
las actividades artísticas y administrativas en museos y galerías americanas.
Lo hace a través del libro “Manual de Estilo del Arte Contemporáneo” del año
2006, un hilarante método de apropiación del mundo del arte y sus entretelones,
guiando el comportamiento de artistas, galeristas, curadores, coleccionistas y
críticos con la vivacidad de quién ha descubierto los secretos del templo.
2.-UBICAR
LOS TEMAS.
BOURDIEU:
“Pensar en términos de campo es pensar relacionalmente” (Pag.149)
Para Bourdieu, la sociedad se manifiesta a través de la
expresión de relaciones entre sujetos que se disponen con respecto a una
energía de poder que jerarquiza sus acciones. Este poder es dado entre los
partícipes de este grupo por su aceptación a tales condiciones materiales o
imaginarias que ellos determinan con unificador suyo, por lo que un campo no es
repetible en sí mismo pero si emulable en todo condición de aceptación de ese o
esos algos que le dan poder. Un campo no es un aparato, ni un dispositivo en su
concepción ya que nace libremente de la especialidad de uno ante los otros que se
agrupan y aceptan, materializándose en estados, instituciones, colegios y/o cubos blancos para el caso del arte.
Todos los partícipes de un campo se vuelven miembros de
él intrínsecamente. Miembros sometidos de manera voluntaria por uno o varios
comportamientos, deseos, pensamientos y quereres. Si un miembro opta por
delatar el arbitrio del campo, este inmediatamente trata de enderezarlo,
poniéndolo en evidencia o retirándole su apoyo.
Los campos según Bourdieu se crean y recrean a partir de
habitus y formas de ser de un colectivo.
Existen multitud de campos y cada uno se enriquece por el
sometimiento de un mayor número de miembros y por el conflicto que genera con
otros campos.
En el arte y en la arquitectura Bourdieu plantea ejemplos
muy anecdóticos que se aplican a la “burbuja del arte” o las “políticas de
construcción” en las ciudades. Mientras
el artista o el arquitecto se mantengan en el campo, todo es permitido, hasta
renegar de él, pero su libertad se ve comprometida al mostrar al campo no como
un lugar para manifestarse sino como una estructura de poder y sometimiento.
En los campos existe el poder jerárquico, y por este
mismo hecho se encuentran en constante “lucha” la cuál es extrapolada fuera del
campo para enfrentar otros campos, como el caso de la lucha constante entre
“ciencia” y “religión” por ejemplo.
Esta dinámica enriquece por tanto al campo, por la
fortaleza de argumentos que deben sostener para mantenerse, por competencia y por
el conflicto.
Un campo llega a un límite para Bourdieu cuando este se
vuelve totalitario.
La idea de campos para Bourdieu somete al individuo ante
las ciencias sociales, convirtiéndose esto en una nuevo campo, en una paradoja de
su misma creación.
BECKER:
“Al igual que toda actividad humana, todo
trabajo artístico comprende la actividad conjunta de una serie -con frecuencia
numerosa de personas”
Becker divide
su alocución en seis partes:
1.
El arte como actividad.
2.
La división del trabajo.
3.
El arte y los artistas.
4.
Vínculos cooperativos.
5.
Convenciones.
6.
Los mundos del arte.
El arte como actividad.
“La forma en que se produce la obra no tiene
una relación necesaria con su calidad”
En estos
párrafos Becker plantea la división que se manifiesta entre la obra artística y
las actividades que en ella participan. Una obra de arte no es en sí misma un
todo sino el aporte de varias acciones comprometidas con su cristalización.
Estas actividades no necesariamente son el arte en sí pero comprenden una red
entramada de participantes, cuya tarea no necesariamente reflejan sino la
consciencia con la que ellas mismas se realizan.
La división del trabajo.
“Dado que deben llevarse a cabo todas esas
cosas para que se produzca una obra de arte, ¿quién las realizará?”
Es inevitable
la multiplicación de las acciones que generan una obra artística. Tal
multiplicación engendra varias especialidades según Becker que determinan
extremos en el comportamiento de los recursos humanos. La especificidad de un
recurso implica un abandono de una habilidad en otra labor. Explica de esta
manera el por qué de que los compositores musicales sean menos versados en el
manejo de un instrumento musical que sus colegas intérpretes y por extensión de
los artistas que ceden espacio en su obra cuando de talleristas se trata.
Determina que
nunca el artista puede estar exento de la especificidad y de la multiplicación
de tareas ejecutadas por cirineos.
El arte y los artistas:
“Un artista es alguien que está dotado de
forma tal que puede hacer más o menos bien algo que sólo puede hacer mal o no
hacer en absoluto alguien que no está igualmente dotado”
En las
sociedades occidentales a partir del Renacimiento, dice Becker, se premia la
habilidad, el talento para destacar de entre los demás. La habilidad es lo que
da poder a un hombre que se entiende puede entregar algo invaluable a la
sociedad. Esa habilidad es lo que lo convierte en artista y su obra en arte. En
un primer momento histórico se prueba al habilidoso viendo los resultados de su
obra. Luego y según el aporte de los cirineos, se denomina artista a quién
maneja los hilos de la obra. Después se plantea Becker el dilema de entender qué
pasa con aquellos que son denominados artistas pero no cumplen el papel
esperado y de los que, aunque tienen obra artística su acción se ha desvanecido
tanto que no se sabe quién de entre todos los cirineos incluido el artista, tiene
el “don especial”. Dilema que radica
en la definición de la reputación del artista que se ve disminuida ante la
sociedad y la admiración que pueda tener por él.
Vínculos cooperativos:
“Todo aquello que el artista -definido como
la persona que realiza la actividad central sin la cual el trabajo no sería
arte- no hace, debe hacerlo alguien más”
Becker indica
que dondequiera que el artista trabaje, trabaja en el centro de una red de
vínculos cooperativos. Esta red esta conformada por todos los especialistas que
ayudan de alguna manera a la realización, producción, exposición, venta, manejo
de la obra. Estos especialistas no son necesariamente artistas ni están
llamados a entender lo que el artista quiere. Participan del arte e influyen en
él de manera inconsciente pero significativa y el artista que lo entiende
termina adaptándose a ello.
Convenciones:
“La producción de obras de arte exige una
elaborada cooperación entre personal especializado”
Las
convenciones dictan ciertas condicionantes en la obra artística que son perceptibles
por el artista, las instituciones y las observadores anónimos. Estas
convenciones son manejables por ser reglas no inmutables pero con cierta lógica
de poder. En casos pueden ser fuertes limitaciones para el artista en el caso
de venir de “complejos sistemas
interdependientes”. Becker estable que para lograr libertad un artista
puede romper las convenciones a sabiendas que al hacerlo la circulación de su
trabajo disminuirá, teniendo que escoger entre “comodidad convencional y éxito; y problemas no convencionales y falta
de reconocimiento”
Los mundos del arte:
“Los
mundos del arte consisten en todas las personas cuya actividad es necesaria
para la producción de los trabajos característicos que ese mundo, y tal vez
también otros, definen como arte”
Becker
establece que un mundo de arte es como una red de vínculos cooperativos y
convencionales establecida entre los participantes que decide en su momento qué
es arte y qué no lo es, al igual que califican a los artistas de tal condición
según juicios estéticos característicos de la actividad colectiva; vinculando
siempre con estrecha relación al arte con otros mundos con los que comulga pero
no decanta.
HELGUERA:
“Es al aprender cómo funcionan estas reglas cuando
nosotros podemos realmente brindar nuestro grano de arena en el medio” (Pag. 12)
Para Pablo Helguera el
mundo del arte (MA) existe. Existe como existe un tablero de ajedrez sobre el
que piezas diversas y dispares acatan un orden especial de manipulación y
poder. El MA no es otra cosa que el ajuste de los elementos actuantes a la
contemporaneidad. Contemporaneidad entendida como el arte realizado por
artistas nacidos posteriormente al año de 1945. En este juego dice Helguera no
existe sino adaptación y acción simulada. El artista no es más que un peón que
busca potenciarse, dependiendo su avance de acciones meticulosas de los otras
piezas del tablero. A Helguera no le interesan los campos, las redes, el por
qué del arte ni de los artistas. Sobreentiende ya una plataforma establecida,
un soporte, una estructura sobre la que se actúa con una serie de reglas de
etiqueta, de urbanismo, de ética y moral con las que garantiza una feliz y
exitosa carrera artística. Determina con gran acierto que en el MA cada actor
es parte primordial del mercado del arte.
3.-DESPUÉS DE UNA PRIMERA LECTURA INDICAR QUÉ
“VERDADES” O CONOCIMIENTO ESTÁN POSTULANDO. DETALLARLAS.
BOURDIEU:
Es una verdad que las relaciones sociales del conglomerado
humano tienen en sí mismas la potencialidad de condicionar la vida y
participación de sus integrantes. No se podría decir que uno participa de un
grupo sin estar de una u otra manera condicionado, determinado o sometido por él,
directa o indirectamente. ¿Cómo se aseveraría que soy de, si no existe muestra
palpable de ello?. La propuesta de Bourdieu de los campos es una buena excusa
para comprender que ese condicionamiento no viene dado por las instituciones o
estamentos materiales o inmateriales, sino por el efecto de jerarquía y poder
que una persona, un sentimiento, un pensamiento, pueden sobre los demás que
aciertan a adaptarse y luego a catalogar una serie de reglas intrínsecas manifiestas
o sobreentendidas, sobre las posiciones del campo. Este posicionarse también
explica el por qué de que existan constantes conflictos entre los variados
campos de la actividad humana, que se enriquecen sobreponiéndose para dominar y
obtener poder.
El grave problema es que Bourdieu exime al ser humano
individual de la ciencia social como verdadero objeto. Claramente establece con
ello que no importa la razón misma de un grupo, la persona en sí. Cabe recordar
que los campos se forman tras la aceptación de paradigmas enmarcados por un ser
con la capacidad de escapar de la misma escala de campos que le rodean lo que
le agenció seguidores cuya existencia denota reglas y jerarquías que forman un
nuevo campo. La historia esta plagada de ello más que de la apropiación de
campos.
Ciertamente y es una verdad que cuando un ser especial trata
de evidenciar el campo y su acción de sometimiento, tiene que ser, por la misma
subsistencia del campo, sentenciado y recluido. Todo campo es abierto como el
pensamiento externo del humano, pero jamás dejaría que se entrometieran con sus
imposiciones ocultas. Es así, naturalmente.
De todas maneras el acercamiento que Bourdieu da a una de las
verdades que envuelven las relaciones sociales a través de los campos, nos
permiten dilucidar nuevos métodos, si se puede decir así, de dominación y
sometimiento.
Quién más que un hombre nacido en la periferia, obligado a
enlistarse en la milicia, viviendo sus años de juventud y primera madurez regido
por la disciplina no ajustada a sí, el que se preocupara de buscar el racionalizar
lo sucedido y encontrar una causa de ello, de aquello que le cortó su propia
libertad.
Por ello Bourdieu escribe para los rebeldes, los liberales,
los filósofos, para aquellos que no cuadran en los sistemas, los campos, las
estructuras disciplinares, las instituciones y las formas de pensamiento que
encarcelan la noble razón de vivir, aunque para enmascarar su propia necesidad
dice que la búsqueda va hacia el colectivo y no hacia sí.
BECKER:
Es una
verdad que existen múltiples acciones tras una obra artística. Acciones ocultas
hasta que Becker las pone en escena, en evidencia. Ha desatado ese mundo oculto,
del que no es, del que no existe, del servidor. Un mundo lleno de buena
voluntad, de tecnología, de recursos invaluables, pero que no se muestran ni
han sido reconocidos.
Es una
verdad que dichos eventos y agentes que se encuentran tras el telón del arte
necesitan de un reconocimiento. Para ello las redes. Redes de cooperación y de
convenciones que ubican al artista como artista y al arte como arte.
Es una verdad
que en tales redes de la especificidad y especialización cuya expresión separa
al hombre con talento del hombre con preparación, se llega a un punto muerto en
el que nace la pregunta: ¿quién es realmente el artista?
Es un
conocimiento el postular que la calidad de una obra no depende de la
cooperación que ella recibe.
Pero, Becker
se desentiende de la creación como tal, de la genialidad de lo obvio. Dedica su
estudio a los “ocultos” a “los ausentes” a todos aquellos por cuya existencia se
cristaliza el arte, a la red que ellos conforman. Es verdad que la existencia
misma del ser humano depende de los demás , de los padres mismos y así
sucesivamente, pero en la creatividad no está el otro, el compañero, el
ayudante, el cirineo, él va después, él está a un lado y no participa de ello. Su
efecto es relativo y no decidor. Claro que Becker quiere que el artista
recapacite y medite y le sentencia entre la dualidad de la convención y el
éxito o la no convencionalidad y la falta de reconocimiento.
Quiere
Becker que el artista sepa de estas cosas, pero escapa al hecho de que la
realidad artística está en la capacidad de administrar lo nuevo y no en el
mercado del arte como tal. Importante es ciertamente no terminar “cortándose la
oreja”, pero no menos importante y hasta esencial es para un creativo el serlo
y vivirlo a plenitud. La historia ha mostrado que son estos valientes los que
han causado conmoción en el mundo, no así los cómodos paladines de lo aceptado.
Es un
conocimiento sin duda la explicación certera que Becker da sobre los propósitos
de la cooperación, siendo la convivencia para quienes escribe, para los del
margen, para aquellos que son pero nunca han sido en la escena artística.
Llegará el momento y el día en que al artista se le exija en la cédula de su
obra, ubicar hasta el nombre de quién ha recolectado los minerales que fueron
usados para fabricar los colorantes usados en ella.
HELGUERA:
Es verdad que toda
actividad humana requiere de un protocolo, de una etiqueta, de un urbanismo y
Helguera se da cuenta de ello y hace hilaridad en su jugada, pero no por ello
deja de mostrar su necesidad de entender lo que sucede, aunque diga que ya lo
sabe.
Es verdad que todo
manifestación puede ser entendida como un combate y una competencia, como un
entramado de fichas que responden a reglas preestablecidas y que comparten una
plataforma común, siendo ello la clara respuesta del inconforme proceso de estar
y aceptar el lugar asignado.
Es verdad que los
actores del Mundo del arte (MA) sopesan dichas acciones, dichas estrategias y
las viven a su modo más que por una regla. Ya la “burbuja de arte” del año 2009
habló por sí misma de las reglas y los juegos que se procesan, destruyendo el
tablero planteado, por uno de seguridad e inversión.
Es un conocimiento el
decantar los actores de MA a través de similares imaginarios de un juego.
Conocimiento que da certeza y convicción, pues el ajedrez existe y es material,
tiene miembros y se juega en verdad. Verdad que Helguera muy inteligentemente
trata de trasponer a su supuesto código. Esto lo hace como el que dice muchas
cosas conocidas hasta que en el momento justo, dice algo no ciertamente es verdadero,
con la firme intención de hacerlo sopesar como exacto.
Helguera escribe para
los inconformes, para los desajustados, para los que no pueden y quieren
introducirse en el MA, claro enmascarando la estrategia con hilaridad.
PARTE 2:
POSICIONAMIENTO TEORICO PERSONAL
Sobre los discursos propuestos.
Los tres discursos enfrentan
el arte con la clara intención de racionalizar su líneas de expresión, sus
fundamentos y sus manifestaciones.
En el primer caso,
Bourdieu mira el arte como un campo de concentración en donde el artista
subyace obligado a mantenerse tras los límites, tal vez rosarlos pero sin
posibilidad de salir de ellos so pena de fusilamiento.
En un segundo caso,
Becker mira al arte como una red que se entreteje y entrelaza por los hilos de
los secundarios. Mira esto y se siente
satisfecho de estar ahí. Hace un llamado moral al artista para que se quede en
esa red so pretexto de éxito.
En un tercer caso,
Helguera como artista embebido del MA, atina a reírse de él.
La búsqueda es
implacable para el que no encuentra. La sed es indomable para el sediento.
Nunca vacilaríamos en decir que mientras existe falencia, existirá la necesidad
y por tanto las razones para el conflicto.
Un conflicto nace de
ello, de la necesidad. Si un individuo toma el sartén por el mango, es porque
hay una razón efectiva para hacerlo, a parte de tener un sartén a su alcance. Si
no, ¿para qué hacerlo? Sin una necesidad latente, no cabría el conflicto. Existe
conflicto en el que se siente oprimido. Existe conflicto en el que siente
exclusión. Existe conflicto en el que se siente empachado.
El conflicto jamás ha
llevado a buen término ningún empeño. Si a un sediento, retomando el ejemplo,
le hablamos mientras está en angustia de un vaso helado con agua en su
interior, tal vez termina agrediéndonos. Pero si hacemos lo mismo con un hidratado,
a lo mejor aumenta partes en nuestra descripción.
Tomar una posición personal
con respecto al arte, es justamente eso, una cuestión personal.
Es muy aceptable la
existencia de campos; de igual manera de las redes; y por supuesto la necesidad
de una etiqueta. Pero es mucho más importante es la creatividad nacida de la
vivencia y el conocimiento interno íntegro del artista, mucho más allá de lo
que los campos, las redes y las etiquetas puedan proponer. Siempre será la
genialidad, en caso de universalidad, la que generará nuevos campos, redes y etiquetas.
La historia así lo ha demostrado fehacientemente; o será el simple corazón de
artista el que determinará una vida de entrega a su amada musa, en el caso
personal.
Pienso, que el arte no
podría seguir tomado como el MA, un mundo aislado en sí mismo con cierta
fricción con los otros mundos. No. El arte es mucho más valioso que ello. En el
arte se manifiestan a las claras la comunión de ciencia, filosofía y mística.
Se puede ver a la
ciencia desligada de todo y así ha sucedido.
Se puede escuchar a la
filosofía desligada de todo y así ha sucedido.
Se puede sentir a la
mística desligada de todo y así ha sucedido. Pero, ¿Se puede tener el arte
desligado de todo?…no, imposible.
En el arte subsisten, de
manera armoniosa la ciencia, en la elaboración de los proyectos; la filosofía
en la concepción de aquellos; la mística en el anhelo intrínseco.
La medida del arte no
existe. Medida existe en los que lo quieren cercar, enredar y etiquetar.
Imperioso es que el
artista se maneje dentro de su propia observación, de su propio crecimiento,
que desarrolle la creatividad que está latente en su propia realidad. La
experiencia de la verdad para consigo mismo es la herramienta más poderosa para
la ejecución artística. La genialidad no es excepcionalidad, no es una
membresía, y tampoco se la encuentra dispersa como el oro en la tierra, es
intrínseca a todo ser humano. La genialidad no ha sido entregada a los de
éxito. El éxito es un formulismo que los estamentos de poder, campos, redes,
etiquetas dan a unos para servirse de ellos. Un artista no es mercader en
esencia, es un creativo, un genio, por cuya genialidad se crearan campos, redes
y etiquetas. No a la inversa.
Un posicionamiento
teórico es necesario en la época contemporánea en donde todo tiene que ser
conceptual, todo tiene que tener una explicación racional. Es necesario esto para
ser entendido y pueda ser divulgado. La razón así lo requiere. El poder así lo
estima. Pero la teoría no es arte, las razones no son arte, los conceptos no
son arte. El arte está primero, luego todo lo demás y en demasía.
BIBLIOGRAFÍA
·
Bourdieu, Pierre. Loïc Wacquant. “Una invitación a
la sociología reflexiva”. Argentina: Siglo
veintiuno editores. 2005. Impreso.
·
Becker, Howard. “Los
mundos del arte”. Universidad nacional de Quilmes Editorial. 2008. Impreso.
· Helguera,
Pablo. “Manual de estilo del arte contemporáneo”. ANOMALOS. 2006. Impreso.