LUIS RACIONERO.
TEXTOS DE ESTÉTICA TAOÍSTA.
Por lo tanto, cuando un artista se dedica perezosamente a su trabajo y no logra dibujar desde lo más profundo de su alma, su pintura es débil y blanda y carece de decisión. Su falta es la de no concentrarse en lo esencial. Si está confundido y tiene ideas nebulosas, entonces las formas se tornan oscuras e inciertas. Su falta es la de no poner toda su alma en su trabajo. Si se aproxima a su pintura demasiado livianamente, entonces las formas probablemente serán desarticuladas e inarmónicas. Su falta es la carencia de dignidad. Si descuida su trabajo por engreimiento, la composición resulta descuidada e incompleta. Su error es falta de diligencia. Por lo tanto, la indecisión conduce a un análisis defectuoso, la confusión a una carencia de elegancia, lo desarticulado a una falta de proporción, lo incompleto a una carencia de composición ordenada. Estas son las mayores faltas del artista. Estos asuntos, sin embargo solo se pueden discutir con personas que han visto la luz.
Instantes y momentos de vivencia en la arquitectura y su conocimiento.
viernes, 26 de octubre de 2018
viernes, 19 de octubre de 2018
LOS ANTECEDENTES EN LA PROGRAMACIÓN ARQUITECTÓNICA
La programación arquitectónica consta de los siguientes componentes:
LOS ANTECEDENTES EN LA PROGRAMACIÓN ARQUITECTÓNICA
Los
antecedentes son los instantes previos de un conocimiento, las ventanas por las
cuáles podemos acercarnos a algo que se investiga. En los antecedentes
empapamos nuestra cordura de aquello que ya estuvo, ya se hizo, ya comulgó; y
sus avatares. Pedro Azara utiliza un hemoso poema latino para describir lo que
era antes de…
“¡Qué
bien vivía el hombre bajo Saturno
Antes
de abrir caminos en la Tierra! […]
El
navegante, con afán de lucro,
No
cargaba su nave por ignotas tierras:
El
yugo entonces no soportaba el toro
Ni
el caballo su freno, y nunca puertas
El
hogar tuvo entonces, y de los campos
No
fijó los linderos ni una piedra;
Daban
miel las encinas, y su leche
Espontáneamente
brindaban las ovejas;
Y
no hubo herrero que forjara espadas,
Porque
no hubo ni ejércitos ni guerras.
Hoy
sendas mil se abren y llevan hacia la Muerte.
Tibulo,
Elegías, I,3,35-50 (Azara, 2015: 13)
En los
antecedentes existe la intrínseca decisión del investigador de poner su empeño
en dilucidar aquello que para él es desconocido sobre un encargo. Estos
elementos desconocidos abordados desde la metacognición personal del arquitecto
tendrían por tanto un toco particular y esencial. Una investigación llevada a
cabo sobre un mismo tema por varios investigadores evidenciaría varios
abordajes sistémicos y epistémicos. Lo que para un investigador es trascendente
desde su postura, podría ser insignificante para un segundo desde otra visión.
Para Albio Tibulo los antecedentes
que cubrían a la humanidad eran paradisíacos y su conocimiento se expresaba a
través de una especie de lamento por el arrobamiento que desata el haber recibido
todo con la natural facilidad de la pródiga naturaleza. En su arrobamiento
espiritual romántico, el ser humano vino a dar al suelo con todo aquello y la
naturaleza se vio entonces sometida al yugo. Una visión es una simple postura
que delata al investigador, sin por ello ser la verdad de los hechos. De la
misma manera, una postura conquistadora como lo era la esencia del mundo romano
antiguo hubiera sugerido al contrario, una virtud heroica a la espada que
sometiendo al salvaje lo civiliza como lo hizo Cayo Julio César durante sus
gestas en la Galia Cisalpina. Una postura romántica, una guerrera.
Los
antecedentes son la suma de evidencias que el investigador obtiene en su
búsqueda y que son el resultado de su naturaleza metacognitiva, sin ser esto dañino
ni perjudicial como lo vería la modernidad universalizante, sino que a la
mirada consciente del siglo XXI es adecuado y particularmente enriquecedor.
Investigación
de antecedentes
Fuente: Elaboración
del autor
De esta
manera proponemos los siguientes elementos que se constituirían en el estado
del arte del encargo que ha sido puesto en consideración del arquitecto y que
se constituyen en una lógica de asimilación que se desprende inmediatamente de
recibir un encargo y gestionarlo:
La reseña histórica
La reseña
es una breve descripción expositiva-argumentativa y en condiciones especiales
crítica de un hecho u objeto en particular. En la reseña se selecciona lo
significativo, especial y trascendente para la postura del investigador.
Existen varios tipos de reseñas dependiendo de lo que se analice entre las que
se encuentran: las históricas, las bibliográficas, las críticas, las
académicas, las descriptivas; siendo importante señalar que un analista prudente
evita las arbitrariedades y los favoritismos hacia el hecho investigado.
Una reseña
plateada adecuadamente permite tener una idea sintética y cabal de lo que se
investiga y permite que el proyecto comulgue con la contextualidad analizada y
que implica todo lo ya realizado o lo ya investigado al respecto, en pocas
palabras el estado del arte del hecho.
En el caso
de la programación arquitectónica el investigador tiene en consideración
relevante la investigación de la historia del elemento a diseñar. En este punto
no le interesa los significados, ni las críticas, ni los análisis profundos del
contexto, ya que esos temas son dilucidados más específicamente en la etapa del
diagnóstico de las edificaciones existes; sino que le interesa comprender los
sucesos que envolvieron históricamente al hecho estudiado
En la
reseña histórica el investigador arquitecto busca conocer los acontecimientos
anteriores al hecho investigado y que determinan su existir con la finalidad de
tener una visión de lo que pretéritamente determinó, influyó de manera positiva
o negativa en el actual evento a estudiar. El conocimiento de los avatares y el
origen de ellos, que llevaron a la consecución de la idea inicial del proyecto
que se estudia. La historia de una facultad si es el caso de diseño de un
edificio de educación superior, por ejemplo; o la historia de la salud, para el
caso de una clínica u hospital.
La reseña
histórica viene a ser para una edificación como la historia de vida de una
persona, dónde nació, dónde vivió, cómo vivió, qué es lo que hizo y sus
ancestros y descendientes. Un edificio tiene tal trascendencia en el mundo.
La reseña histórica para la
programación arquitectónica tiene tres partes definidas, las cuales son:
La introducción o cabeza de la
reseña ha de ser sintética y expresar de manera didáctica el objeto de estudio
y lo que se espera del análisis.
El desarrollo o cuerpo de la reseña
ha de dilucidar de manera más amplia el hecho investigado teniendo presente de
encarar su origen, su manifestación y lo que se ha realizado al respecto de
ello. En el desarrollo se espera tener claro, entonces:
En las
conclusiones se destacan lo beneficioso y/o dañino del objeto de estudio y se
busca recomendar ciertos elementos que deberían tenerse en cuenta para el
diseño programado.
La Reseña
Histórica
Fuente: Elaboración
del autor
¿El porqué del proyecto?: La
necesidad
Inmediatamente
luego de tener la idea clara sobre la historia del encargo recibido, nace como
consecuencia inevitable la pregunta de ¿el porqué del proyecto? o aquello que
hizo que surgiera la necesidad de la realización del proyecto arquitectónico
que se programa. Esta pregunta inevitable es indispensable para poder encarar
la investigación. Aquí lo que se busca es ir encontrando las razones y en ellas
las necesidades de quienes plantean la realización del hecho arquitectónico.
Ningún
hecho arquitectónico es producto del azar y la casualidad, siempre tiene una
idea, una necesidad, un avatar que se convierte en su génesis y que es la causa
de su inicial existencia material etérea para lograr una cristalización y
expresión material.
Este porqué
viene siendo en muchos de los casos el norte del proyecto y tenerlo claro puede
evitar muchas disparidades, conflictos, pérdidas de tiempo y en especial la
falta de empatía necesaria para que algo puede tener un final adecuado y
beneficioso.
El querer
tener una vivienda económica nos puede llevar por muchos derroteros de diseño
que van desde la seriación, la prefabricación, la industrialización, los
espacios mínimos, que tal vez no sean lo adecuado para quién la requiere, pero
el querer una vivienda con la claridad
de acabados alternativos, nos llevará más directamente hacia la búsqueda
de materiales que concreten la edificación fuera de lo habitual, pero con
espacios cómodos. Teniendo claro el “porqué”
entonces las soluciones serán evidentemente mucho más objetivas y permitirán asegurar
el proyecto realizado.
Pero el
dilucidar el porqué de un proyecto no es criticarlo ni extraer aquello dañino de
él, no. Las críticas solo son un funcionalismo intelectual de la razón y la
inconsciencia. Una postura adecuada se aleja de la crítica prejuiciosa y pseudo
analítica. Veamos como al filósofo alemán
Herbert Marcuse le valió la crítica mordaz su constante migración y
dificultades adosadas:
“…Esta
postura enormemente crítica de sus escritos provocó que no pudiera seguir
trabajando como profesor en la universidad de Brandeis, por lo que tuvo que
marcharse a California (La Jolla), donde vivió retirado dedicándose a dar conferencias…”
(Marcuse, 2011: 21)
El porqué
del proyecto ha de ser enriquecedor y basto en su alcance para guiar totalmente
la programación y el diseño arquitectónico. Una sabia conjugación de preguntas
y consciencia será el reflejo de una edificación también consciente. Puede ser
que el cliente desee un edificio con extensas áreas que brinden amplitud, pero
las preguntas acertadas llevarán a la conclusión tal vez de la necesidad de
circulaciones largas y recorridos interesantes más que de espacios abultados en
superficie, lo que redundará en beneficios en costos y tiempo de fabricación de
la obra.
No
necesariamente el porqué de un proyecto se refiere a los objetivos del proyecto
en sí, ya que los objetivos generalmente son el resultado de tener claro el “porqué”
o la necesidad. Proponemos unas preguntas que serían apropiadas pero no
suficientes ni tal vez adecuadas pero que sin duda permitirán que el
investigador esté más cerca de las que serían las indicadas:
Lo más importante en el investigador
es desarrollar la capacidad que manifestándose en inteligencia pueda extraer el
conocimiento de las necesidades del cliente, muchas de las veces oculto en su
inconsciente pero tan obvias que son difícil de desentrañar como si de secretos
oscuros se trataran. Sin duda una eficiente y profunda indagación lograrán
vislumbrar tales propósitos.
¿El porqué
del proyecto?: La necesidad
Fuente: Elaboración
del autor
¿Para qué del proyecto?: La
justificación de la necesidad
Muchos proyectos
nacen con una idea particular que es la esencia de su naturaleza y que se
espera tengan las repercusiones aquellas que los pensamientos de quienes las han
elaborado, estiman; logrando en muchos de los casos triunfar por sobre todas
las vicisitudes que un proyecto puede encontrar en su desarrollo, pero que al
ser valorarlo y pedir evidencias de su existencia material, resulta que no son fuente
sino de desacuerdos y daños colaterales tanto para el cliente como para los
usuarios y para el lugar donde han sido emplazados. Es muy sencillo comprender
tal dilema al fijarse en la ciudad actual en la que los seres humanos agreden a
edificios y a los elementos urbanos por su simple existencia. O las terribles
realidades de proyectos habitacionales planteados con la inteligencia de un
copista y la consciencia de un bárbaro. Estos proyectos que enferman en vez de
sanar, que son dañinos en vez de beneficiosos, fueron idealizados pero no
concebidos con la naturalidad de la pertinencia que debían tener. Su esencia era
adecuada para el pensamiento del idealista, pero no para su existencia material.
Las
necesidades de un proyecto han de estar adecuadamente fundamentadas para ser la
génesis de un edificio. Esta fundamentación es su pertinencia.
Generalmente
las necesidades son una serie de requerimientos que el cliente ha logrado
establecer de manera empírica o científica del proyecto. Estas necesidades han
de ser meticulosamente analizadas por el investigador arquitecto para encontrar
la validez y pertinencia en ellas. No porque son puestas a colación en la
investigación resultan ciertas o esenciales.
Durante un
encargo realizado a la empresa BOJORQUE-CONSTRUCCIONES de la ciudad de Cuenca
en Ecuador, el cliente quería convertir una nave industrial construida para
elaborar artículos de joyería que se encontraba abandonada, en una bodega de
distribución de productos de primera necesidad. La consiga era zonificar lo
mejor posible el espacio existente para lograr la adecuada funcionalidad
necesaria para el nuevo uso y en especial dotar de un espacio grande a la zona
administrativa, pues el cliente estaba convencido que era necesario mucho
personal tal y por tanto mucha superficie para mejorar su desempeño. Los
análisis realizados sobre la pertinencia de dotar de grandes locales para los
funcionarios administrativos con el fin de facilitar su trabajo y mejorar los
procesos, era a todas luces infructuoso. La necesidad planteada por el cliente
iba en su propio desmedro. La investigación llevada a cabo con pertinencia
determinó mayores áreas de bodegaje y un porcentaje mucho mejor del área
administrativa que funcionalmente dispuesta acortó procesos, y supuso una menor
cantidad de puestos de trabajo, todo esto mejorando la calidad del servicio.
Cuando el
investigador realiza la pregunta para sí de: ¿para qué del proyecto?, habla
exactamente de qué tanto las necesidades encontradas son las más adecuadas y si
estas han sido extraídas y analizadas prolijamente con distintas visiones expertas
o son la simple exaltación de un instante egoico; y si deberían convertirse en
guías certeras del proceso de diseño. Muy normal es que una necesidad exaltada
como el santo grial en el proyecto, se convierta en la piedra de tropiezo de la
obra.
El investigador
arquitecto ha de estar atento y confiar en el hecho de que se encuentra
completamente capacitado para abordar la búsqueda de necesidades espaciales sin
menoscabo de lo que el cliente le ofrece sino al contrario brindándole en
muchos de los casos beneficios inesperados.
En otro
caso con la misma empresa cuencana, un cliente había de cubrir su necesidad de
vivienda en una zona bastante comercial de la ciudad de Cuenca. El investigador
arquitecto con la soltura que emite la comprensión había resuelto explicar a su
cliente que sería adecuado aportar al diseño, de un espacio de renta comercial
que mejorara los ingresos familiares y favoreciera la estética del sector. Lo
bien aceptado permitió que las necesidades aumentaran en beneficio del
proyecto.
Claro está
que es también importante considerar que también es dable que un paquete de necesidades
espaciales hayan sido definidas con sendos estudios y que se los deba seguir a
raja tabla, lo que evita investigaciones innecesarias. De todas maneras el arquitecto
comprende que no todo es perfecto y su observación sagaz no ha de descansar.
Por lo
tanto la pertinencia de un proyecto determina necesidades que son la justa
esencia de ese proyecto y que nacen de la plena observación del arquitecto que
usando el afilado cuchillo de la consciencia, las valora, las cambia, las
mejora o se somete a ellas.
¿Para qué
del proyecto?: La justificación de la necesidad
Fuente: Elaboración
del autor
¿Qué?: objetivos y metas
propuestas
Siempre ubicándonos
en la programación arquitectónica decimos que los objetivos y metas que en este
punto el arquitecto investigador trata de dilucidar son aquellos que el cliente
ha tenido en consideración como propuesta. Estos objetivos y metas guían las
acciones del cliente y por tanto se constituyen en puntos importantes a ser
considerados en el diseño.
En
arquitectura el objetivo básico esencial de todo hecho arquitectónico es la
protección o la búsqueda de la seguridad. El devenir de ella para lograr tal objetivo
primordial nos ha entregado la belleza que se puede ver en las edificaciones a
nivel mundial. Todo hecho arquitectónico busca eso, matizado de diferentes
maneras como hábitat, trabajo, diversión, transporte, relaciones, crecimiento,
desarrollo.
Muchas de
las veces los objetivos del proyecto están matizados de excesos en tal
situación de protección, lo que hace que los hechos arquitectónicos sean
irrelevantes y hasta peligrosos para la sociedad. No es de extrañarse de la
existencia de normativas municipales que inducen a los ciudadanos a convertir
sus viviendas en prisiones y las calles en laberintos amurallados donde en la
soledad de un instante se cometen fechorías y delitos crueles. El arquitecto
investigador ha de advertir en todo objetivo y meta del encargo las sutilezas
que pongan en riesgo a los urbanos y a la sociedad, apartándolos del equilibrio
natural.
Ahora
teniendo en consideración lo antes dicho, el arquitecto por su misma formación
comprende que el equilibrio material se encuentra comprendido entre los
extremos de los pares opuestos, que manifestados se convierten en los pilares
de la robusta edificación de un hecho relevante. Los pares opuestos manifiestos
en la naturaleza impresionan nuestros cinco sentidos y los provocan para permitir
una inducción de verdad en nuestra propia existencia y que están contenidos entre
la claridad y la oscuridad (vista), en el silencio y el habla (oído), en lo
duro y lo suave (tacto), en mojado y lo seco (gusto), en lo vivo y en lo muerto
(olfato); están impresiones cobran vida en el equilibrio de sus relaciones. La
arquitectura no está exenta de ello y una obra relevante para la humanidad los
tendrá en honda consideración.
Por lo
tanto los objetivos y metas que la propuesta del cliente encierra, han de ser
puestos en análisis para lograr el equilibrio del diseño, evidenciando su valía
al oponerlos a su par contrario. Por ejemplo, si un objetivo es la
funcionalidad, su par opuesto sería la morfología. El trabajo debería incluir
los dos elementos en constante equilibrio como entre lo humano y lo divino.
Pedro Azara induce tal probidad cuando establece la relación entre Ptah y el
faraón egipcio con respecto a la abundancia del río Nilo:
“Ptah
existía también como Ptah-Nun. Las aguas primordiales eran así una hipótesis de
la divinidad: “Tú eres el Nun antiguo”, enunciaba un himno a Ptah de la ciudad
de Heliópolis. Según lo que contaban los primeros versos del himno de la
crecida del Nilo, esta era la “amada del dios de la tierra Geb, que introdujo
al dios de los cereales Nepri, e hizo florecer las tareas de Ptah […]”. Este
poder creador y recreador justificaba que las fiestas del jubileo, gracias a
las que el faraón renovaba sus fuerzas cada veinticinco años (el vigor de
Egipto dependía, literalmente, de la vitalidad faraónica), estuvieran
presididas por Ptah” (Azara, 2015: 57)
El sano
equilibrio en un elemento edificado provocará la sanidad y la abundancia de los
usuarios y del contexto edificado adyacente. Un objetivo de diseño así
complementado es el resultado de la prolija y consciente visión del
investigador.
¿Qué?:
objetivos y metas propuestas
Fuente: Elaboración
del autor
¿Cómo?: Logros o indicadores
de logros
El cliente
espera que el proyecto arquitectónico que se tiene en ciernes, muestre en su
expresión material aquello para lo que ha sido propuesto; es decir en el caso
de una vivienda, si la necesidad aplica la existencia de cuatro dormitorios, el
proyecto resultante ha de tener dicho número de locales de descanso.
Los logros
que se esperan estarían bien estipulados en un presupuesto y cronograma inicial
del encargo que enmarcaría la primera intervención material del proyecto. El
arquitecto programador ha de considerar tanto los rubros y los elementos que
conforman estos dos elementos del proyecto por el cliente para corregirlos o
aprobarlos según sea su experiencia y metacognición.
Puede ser y
en muchos de los casos que la idea de locales y de gastos del cliente en lo que
respecta a la realización del proyecto sea inadecuada e insuficiente e implique
detenerse durante la realización de la obra o cambios constantes en ella. El
arquitecto programado ha de considerar lo indicado y además ha de inducir la
participación de otros profesionales especializados si es el caso y que no han
sido tomados en consideración por el cliente y que debería serlo para que el
proyecto sea definitivamente llevado a buen término.
¿Cómo?
Logros e indicadores de logros
Fuente: Elaboración
del autor
¿Cuándo? El tiempo de desarrollo
Una obra arquitectónica se la
programa de manera ordinaria para que tenga un inicio, un tiempo de desarrollo
y un tiempo final. Esta disposición en el transcurso del proyecto nos remite
también a tres instantes previos de las etapas anteriormente enmarcadas. El
cuándo del inicio y sus previos. El cuándo del desarrollo y sus previos y el
cuándo del final y sus previos. Una correcta programación ha de desentrañar del
cliente aquella información necesaria para tener completamente claro estos elementos
de juicio.
No se podría llevar adelante una
obra concienzudamente hecha sin un tiempo de inicio que en sí mismo lleva
determinantes como el tiempo en el que se dispone de los recursos económicos,
por ejemplo. El inicio de la obra tiene que ver con los permisos de
construcción y toda la tramitología dispuesta. También con la obtención del
espacio para construir o de la maquinaria para hacerlo. El inicio puede estar,
como es en muchos de los casos, con el clima. El arquitecto programador ha de
saber extraer toda esta información del cliente para extrapolarlo y ponerlo en
tela de juicio. Un tiempo de inicio adecuado puede no haber sido dilucidado por
el cliente.
El tiempo del desarrollo de la obra
es otro tiempo distinto y con sus propias circunstancias. El desarrollo
contempla meses y meses de trabajo constante. El cliente puede tener un esquema
particular sobre los tiempos de desarrollo de su proyecto, que el arquitecto
programador dará al trasto si son tiempos que no respetan por ejemplo, el
secado del concreto. También puede darse el caso de que el cliente requiera de
tiempos exorbitantes que hagan que el arquitecto programador se sirva de
sistemas constructivos distintos al original propuesto y que sean de mayor
ventaja para el devenir de la obra.
El tiempo final es el tiempo que
podríamos decir con mayor carga presupuestaria, emocional, de trabajo y de
talento. Es el momento en el que se decide si una programación ha sido
realizada correctamente. El tiempo final determina si la obra será o no oportuna.
Todo puede venirse abajo en el tiempo final de la obra. Es la etapa de cierre
del proyecto en dónde se garantiza que lo hecho servirá y tendrá posibilidad de
ser usado correctamente. El arquitecto programador ha de establecer claramente
cuál es la expectativa del cliente en términos de tiempos mínimos y máximos de
entrega de la obra. Estos plazos son importantísimos. Cuando el programador
esclarece esto, muy fácilmente podrá con su experiencia medir si es factible o
inadecuado y plantear las reformas necesarias para evitar inconvenientes en
todos los aspectos indicados. Grandes y hermosas obras han fallado porque el
presupuesto no tuvo la flexibilidad requerida o porque la idea cambió en el
proceso y al final no se cumple con los logros esperados.
El arquitecto programador con
inteligencia, astucia y con consciencia ha de conocer cabalmente los tiempos de
la empresa emprendida por el cliente y sabrá aceptarla, mejorarla o cambiarla.
¿Cuándo?
El tiempo de desarrollo
Fuente: Elaboración
del autor
¿El Cliente?: Los recursos
El cliente
es la persona más importante del proyecto que llevamos adelante. Él es la razón
de ser del encargo que llega a nuestras manos. Es menester del arquitecto
programador el tomar todas las consideraciones para activar, mantener y mejorar
la relación con el cliente durante toda la elaboración de la programación
arquitectónica, la cual deberá incrementar a cada paso la amistad y la
confianza entre los dos.
No
esperamos tener un gran discurso de mercadeo en este sitio, pues no es dable
para nosotros las acciones que buscan de una u otra manera las ventajas de la
manipulación y el aprovechamiento.
El
arquitecto programador por el contrario tiene que brindar su conocimiento y su
guía de tal suerte que sea el propio cliente quién sintiéndose aventajado con
tal compañía, busque entregar su confianza y buena fe ante tal profesional.
Toda
comunicación con el cliente, oral, escrita, sensitiva, ha de ser veraz y
acompañada de un diseño capaz de modificar el punto de vista del cliente sin
forzarlo ni acorralarlo, sino con la deferencia de mostrar las mejores ventajas
de un posicionamiento cualquiera.
El uso de
verborrea o de astutas posturas con palabras superficiales y que carecen de
amparo técnico, no caben en la relación entre el cliente y el programador
arquitecto.
Del cliente,
el arquitecto programador ha de extraer el origen y el monto de los recursos
disponibles para el proyecto, tanto en cantidad como en el flujo de estos y las
distintas eventualidades que pueda tener con respecto de ello el cliente. Su
interés versará, dada la experiencia del programador, en establecer concordancias
entre lo que se quiere, los logros, y los tiempos de elaboración de la obra.
Muchas realizaciones arquitectónicas, urbanas quedan a medias y son abandonadas
porque no se supo encaminar con inteligencia los recursos.
Nunca una
obra es tan pequeña como para ser despreciada, ni tan grande como para ser
sobrevaluada. Todas las obras son importantes y expresan la necesidad del
cliente, que ha hecho un esfuerzo en muchos de los casos de por vida para
llegar a este punto de realización. El arquitecto ha de tener la sabiduría de
discernir cómo ejecutar mejor los actos que lleven a la consecución del anhelo
del cliente. Será también, en ciertos casos, que la aspiración del propietario
sea tal que sus recursos no cuadren ni en la cantidad ni en el tiempo, por lo
que es ético del arquitecto programador el indicar los inconvenientes y trazar
tal vez, rutas y etapas de realización efectiva según las posibilidades encontradas.
El cliente
por tanto es indispensable y ha de tener las mejores actitudes por parte del
programador, quién será responsable ante la ley y ante la opinión pública del
manejo de lo encomendado.
En ningún
caso, por más que se aprecia y se tenga en consideración al cliente, el
arquitecto programador ha de dejarse llevar por su propia necesidad laboral o
emocional que lo arrastre a cometer faltas a la legalidad de la legislación
local ciudadana por complacer superfluos mandatos de un cliente arrollador.
Mejor es abrirse del encargo que cometer faltas a la moral y a la ética
profesional.
¿El
Cliente?: Los recursos
Fuente: Elaboración
del autor
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