sábado, 13 de abril de 2019

EL SOFISTA Y EL MAESTRO


Erick Bojorque Pazmiño
Arquitecto, MG.





           
           
Investigar es ver lo que otros ven y pensar lo que nadie ha pensado
Mayor Zaragoza, F.

¿Cómo podría ver quién no tiene ojos para hacerlo? ¿Quién podría pensar si no sabe cómo hacerlo?

La razón fue la máxima diatriba del pensamiento ilustrado y posteriormente del pensamiento moderno, enarbolado el primero por el filósofo alemán I. Kant, quien aseguraba que el ser humano padecía de una “minoría de edad” (Kant, 2007: 87) si no la usaba; y de la ciencia en el mundo del siglo XX, en el segundo.

La razón ha decantado en la humanidad la tragedia de la “Torre de babel” en la que las personas enajenadas, no pierden el uso de la palabra y sus arbitrios, sino pierden la capacidad de entenderse, comprenderse y asimilarse.

La razón en el siglo XX es un camino pregonado por el mundo del progreso y de la hecatombe de la ciencia ensimismada en los avances técnicos, cuya apoteosis destructiva tanto de lo moral, como de la esperanza y todavía más catastrófica y destructiva, estuvo en la manifestación brutal de la fisión nuclear. La ciencia razonada, convertida en la panacea en la primera mitad del siglo anterior, no tuvo sino que esconder su semblante altanero, al momento en el que decenas de miles de personas fueron aniquiladas en un solo pulso atómico.

La razón ya no podría tener cabida en un mundo donde la conciencia abre su paso, a partir de los años sesenta, conquistando los campos de la paz, el amor, el ahorro, la opinión pública.

En los albores del nuevo milenio, un nuevo pensamiento se alza victorioso, el pensamiento producto de la conciencia obtenida de la propia comprensión.

Atrás quedaron las propuestas materialistas que miraban al ser humano como el producto de un mundo exterior en distintos niveles. Hoy es la dialéctica de la conciencia la que muestra al ser humano como el único artífice del cambio del mundo.

Es el ser humano, quién auto edificándose el que puede lograr trascendencia y relevancia en su vida y por ende, por empatía y ejemplo conquistar el cambio en el mundo que le rodea, por masa crítica.

Por qué deberíamos nuevamente esperar de la palabra, de la razón, de dos elementos que convertidos en armas solo han traído destrucción a la humanidad.

Es el momento de entregar la batuta a la conciencia.

El sofista enseña la verdad fatua y ficticia de su razonamiento, una verdad que busca ser un denominador común de algo inexistente. El sofista quiere que le sigan, que le idolatren y busca con denuedo enseñar el ¿qué pensar?

Qué pensar, no es más que las recetas donde se cuajan los paradigmas y los bloqueos que hacen de la humanidad un cuerpo dormido de mansedumbre caótica y de conflicto. Cuando la persona sigue lo que otros piensan, no logra pasar de la propia visión de miopía. ¿Cómo podría crearse y recrearse un ser que se asimila en lo que otros piensan? No tendría opción sino de ser un imitador, un copista, un reproductor de las falacias que salen de quién pretende guiar.

Hablan de verdad y no saben que la verdad es lo “desconocido de momento en momento” (Aun Weor, 1970: 45) como lo expresaría Samael Aun Weor. ¿Cómo se podría hablar de la verdad, si es desconocida?

El sofista usa la verdad como su catapulta y es ella el motivo de discusión, de conflicto de batalla. No existe mayor falta de verdad.

Muy distinta es la postura del educador consciente que se esfuerza en su propia edificación, en su propio conocimiento, aquel que puede “pensar lo que nadie ha pensado”

Este educador, no quiere seguidores, ni estudiantes, ni imitadores, quiere mostrar el cómo lograrlo, quiere enseñar el ¿cómo pensar?

Cómo pensar, es el medio por el cual la persona, no obtiene algo, sino lo consigue por sí mismo. Esa persona es heredera de la verdad, pues ella misma investiga y ve lo que otros no pueden ver.

Ese ver, no es más que el resultado de la expresión sensible de la comprensión puesta a la luz de la conciencia.

La investigación es necesaria, no para cambiar al mundo, sino para cambiar su propio microcosmos. La investigación imitadora, se burla del conocimiento. La investigación del auto edificado, puede lograr mostrar lo que es obvio a la humanidad, pero que ha permanecido oculto hasta la llegada del maestro.


BIBLIOGRAFÍA

1.    Aun Weor, S (1970). Educación Fundamental. Cali.
2.    Kant, I (2007). ¿Qué es la ilustración? Madrid: Alianza.

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