La Constitución de la República del
Ecuador 2008 gestada en tiempos convulsivos de la sociedad ecuatoriana que en dicho entonces yacía con férreo encierro en los procesos productivos neoliberales, es una Carta Magna que vio luces de entre la desesperación y el abatimiento de la
quiebra nacional por sendos fraudes bancarios y la corrupción llevada al
extremo del engaño colectivo y la destrucción de los valores sociales y
educativos, nacida con la intención de lograr la humanización de los procesos
económicos en síntesis, vio en la filosofía ancestral del Sumak Kausay o “Buen
Vivir” la elocuente salida al caos y debacle social en el que se encontraba el
Ecuador en todos sus ámbitos y entre ellos el educativo superior, que otrora
fuera considerado de entre los mejores de Latinoamérica en ciertos campos del
conocimiento, como hoy se los llama, de la medicina y la arquitectura, por ejemplo; y que para ese entonces
estaba, la educación superior, más cerca del comercio y la estafa que de la
consciencia del conocimiento, pues las universidades se habían convertido en
antros del oportunismo y la barbarie neoliberal. Era entonces muy sencillo
obtener una profesión, la que sea, con tan solo tener los medios económicos
para tal efecto y sin un tiempo de educación respectivo sino con la rapidez de
“soplar y hacer botellas”. El Buen Vivir vino a dar nuevas luces ante tamaña
ensoñación empresarial material, abriendo con la nueva postura filosófica
diferentes y variadas líneas de acción para el conocimiento. La Constitución
ecuatoriana así lo vio y articuló las distintas disposiciones legales que se
interesaban en paradigmas tales como “la sociedad la construimos todos”, “el
ser humano por sobre el capital”, “la naturaleza tiene derechos”, “el
desarrollo holístico del ser humano”, para lograr una sociedad que reflexionara
y procediera equitativa, inclusiva e interculturalmente, entendiendo ya la educación
no solo como la toma de información en distintos niveles, sino como la "condición
indispensable" para el buen vivir; condición que ha venido siendo investigada,
debatida y puesta en escena en las diferentes posturas cognoscitivas, no
pudiendo quedar de lado el arte y su enseñanza, ya que es éste, el arte, es el
catalizador de los niveles de comprensión de una sociedad en tanto tiene que
ver con la estética, la propuesta y la denuncia de los modos de vida y
manifestación humana particular y social. No existe otro medio como el arte
como para poner en tela de juicio las razones sociales, la convivencia y la
esencia de la consciencia humana. Lastimosamente la Constitución y sus
articulados, como partieron de un acontecer económico, ha tornado su
entendimiento hacia el ámbito productivo, hacia la permanencia del patrón
cultural de trabajo y empeño empresarial, concepto que se escapa de la misma visión
de “Buen Vivir” ya que entiende al ser humano como un "ente productivo" que es
parte de un sistema, de una maquinaria de fabricación económica, social y en el
peor de los casos, productor de conocimiento. Esta linea económica si bien
aporta soluciones a uno de los principales problemas sociales, como es el
factor dinero, aleja a la educación de su ser y esencia de lograr el despertar la
consciencia para someterla a la lujuria empresarial y a los aportes que pueda
tener ella, la educación, en el repositorio de información que la comunidad universitaria mundial hace del dizque
conocimiento producido, accionar más cercano a una copiadora que a un árbol de la verdad. El arte tiene que enfrentar dichas posturas con la fuerza de
quién despierta y se ve sometido por seres ajenos a su cordura.
Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño
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